Óscar Corcho, catedrático de Universidad en la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Informáticos (ETSIINF) de la UPM, acaba de recibir el Premio Juan López de Peñalver -que concede anualmente la Real Academia de Ingeniería (RAING) a jóvenes investigadores en ingeniería y a profesionales jóvenes que hayan realizado labores de innovación, contribuciones profesionales notorias u obra singular en cualquiera de los ámbitos profesionales de la ingeniería española. La RAING subraya del investigador “sus contribuciones al estudio de la Web Semántica y de la Web de Datos Enlazados, la Ingeniería Ontológica y la aplicación de tecnologías semánticas en distintos dominios, como al e-Ciencia y la Ciencia Abierta”.
El profesor Corcho, codirector del Grupo de Ingeniería Ontológica (OEG) de la citada escuela, trabaja de manera habitual en entornos abiertos, en los que la colaboración y la participación de los equipos se hacen patentes en los resultados de sus investigaciones.
En esta entrevista hablamos con él de su esfera profesional, de sus avances y de su evolución, pero no dejamos de lado su parte humana, su modo de enfrentarse a los retos que su carrera suponen; y nos hemos permitido preguntarle si existe algún elemento que le haya motivado, de manera especial, a la hora de estudiar Ingeniería Informática.
Respuesta: Un premio como este supone un gran reconocimiento al trabajo que he venido realizando durante todos estos años. Eso sí, no lo entiendo únicamente como un reconocimiento personal, sino como algo que debo compartir con todas las personas que han formado parte de mi equipo de trabajo, tanto de manera directa como indirecta.
Pero todo premio, y especialmente este que he recibido como joven investigador, viene también con una importante responsabilidad incorporada, que es la de seguir trabajando al mismo ritmo en que lo he hecho hasta ahora. Así que, después de la ceremonia de entrega de premios me he vuelto a remangar y, de este modo, sigo trabajando con mis estudiantes de doctorado y los investigadores postdoctorales con los que colaboro habitualmente.
R: Tuve la oportunidad de estudiar algo que me gustaba en una Universidad que considero que me ofreció una buena formación. A partir de ahí, decidí hacer un doctorado. Me gustaba la investigación, y de un modo más específico, el área en la que trabajé durante mi doctorado: la Ingeniería Ontológica. Nunca dudé en pasar del mundo académico al mundo empresarial, y viceversa. Es algo que he tratado de combinar durante toda mi carrera profesional. De hecho, es una práctica que recomiendo a todos los investigadores, al menos en mi área. A pesar de las dificultades (no se publica lo mismo cuando uno está en la empresa, ni todas las empresas saben entender bien el valor que les puede traer un investigador), no tuve problemas en estas transiciones y esto me ha aportado mucho.
Por último, y casi por casualidad, acabé de nuevo en la misma Universidad de partida. No era algo que tuviera previsto, pero me alegro de haber podido continuar evolucionando como profesional (docente e investigador) aquí. Hubo algunas dificultades, especialmente en mi promoción a Catedrático de Universidad, que tardó mucho en producirse por los recortes presupuestarios y de promoción de plazas que todas las universidades sufrieron durante la época de crisis, pero pude aguantar sin la tentación de moverme a la empresa de nuevo, y ahora me alegro de ello.
R: Somos muchos los que pensamos que una buena parte de los resultados científicos deben estar disponibles, de manera amplia y libre, para que cualquier otro investigador o grupo de investigación pueda reutilizarlos. Pensamos que así se puede avanzar más rápido en la Ciencia, que tiene un componente de competitividad entre investigadores, pero también mucho más de colaboración.
Bajo el concepto de Ciencia Abierta caben muchas iniciativas. Desde el acceso abierto a los resultados de investigación (no sólo artículos, sino también código fuente, conjuntos de datos, scripts, etc.) hasta un enfoque mucho más abierto para involucrar a otros investigadores en investigaciones más globales (por ejemplo, compartiendo hipótesis de investigación cuando alguien comienza a trabajar en un problema, o compartiendo resultados intermedios).
La Ciencia Ciudadana es un pasito más en esta dirección, donde intentamos involucrar a los ciudadanos en algunas de las tareas que los científicos “profesionales” normalmente realizamos. Por ejemplo, se ha involucrado habitualmente a los ciudadanos en tareas de generación de datos para validar hipótesis, es decir, al final del proceso de investigación. Pero también se les puede involucrar en la generación de hipótesis, la creación y captura de datos iniciales, la selección y ejecución de métodos de investigación, etc. Esto es lo que perseguimos con la Ciencia Ciudadana, entre otras cosas, además de diseminar y difundir de manera más generalizada los trabajos de investigación que realizamos.
R: La gente en general tiene un buen concepto de los científicos (por ejemplo, los científicos solemos aparecer casi siempre en la “parte alta de la tabla” en las encuestas del CIS sobre lo que se piensa de distintas profesiones). Sin embargo, muchas veces los ciudadanos nos ven como gente un poco rara que viste en bata y hace cosas en laboratorios donde se manejan sustancias peligrosas. Hay muchos tipos de científicos, y muchas tareas que realizamos. Involucrar a la sociedad quiere decir que se gana entendimiento y respeto mutuo, que conseguimos hacer entender a los ciudadanos cuánto cuesta hacer investigación y que a veces hay que explorar caminos que no llevan a ninguna solución, pero que esto no es tirar el dinero. Además, yo creo que todos, todos, nosotros llevamos un trocito de científico dentro, desde que somos niños y curioseamos para ver cómo están hechas las cosas.
R: En el entorno de la investigación “profesional”, desde el principio de mi etapa como estudiante de doctorado. En esos momentos ya tuve la oportunidad de trabajar en proyectos europeos donde prácticamente todos aprendíamos de lo que hacían todos los demás. Y luego, tanto en la empresa como en mi etapa en la Universidad de Manchester, tuve la oportunidad de colaborar en proyectos muy competitivos, pero donde la colaboración entre grupos muy diversos y de disciplinas científicas muy heterogéneas era completamente necesaria.
Con respecto a la Ciencia Ciudadana, durante muchos años participé como “ciudadano” en estudios de otros investigadores, o concebí también evaluaciones de mis propias investigaciones, donde era necesaria la ayuda de muchas personas, normalmente en la etapa de evaluación de resultados. Pero lo que realmente activó la chispa por comenzar a centrarme en estudiar mejor la Ciencia Ciudadana fueron las interminables conversaciones sobre el tema con un buen colega y amigo de la Escuela, Paco Sánchez Moreno, con quien tuve el placer de colaborar durante algunos años.
R: Más o menos como resumen de todo lo que he contado hasta ahora, mi carrera profesional se ha desarrollado en varias organizaciones, bajo la supervisión primero de Asunción Gómez Pérez, durante mi etapa doctoral, y luego en colaboración con personas como Richard Benjamins (en la empresa iSOCO, donde trabajé como gestor de innovación) y Carole Goble (en la Universidad de Manchester, donde trabajé dos años como investigador postdoctoral Marie Curie).
Después, fui seleccionado para un contrato Ramón y Cajal (un programa que me pareció excelente cuando fue propuesto por el Gobierno), lo que me dio la oportunidad de pensar en volver a España, aunque finalmente lo rechacé porque conseguí -al mismo tiempo- una plaza de profesor titular interino en la Universidad Politécnica de Madrid. Desde ese momento, pasé a trabajar como Profesor Titular de Universidad y, más recientemente, como Catedrático.
En todo este tiempo y desde que obtuve el doctorado, he tenido siempre la posibilidad de dirigir el trabajo de un grupo de personas, más pequeño en las primeras etapas, y mucho más amplio desde que me reincorporé a la UPM. Esto ha sido fundamental para poder llegar a donde hemos llegado, y poder realizar aportaciones relevantes al estado del arte, tanto en cuestiones de investigación básica como en investigación aplicada, y siempre con un foco en la generación de software que pudiera ser reutilizado por otros investigadores o por organizaciones públicas o privadas.
R: A los estudiantes…. les diría que esta es una profesión en la que prácticamente no hay desempleo, y que si les gusta la Informática aquí tendrán la oportunidad de conocer los fundamentos teóricos y prácticos que rigen esta disciplina. Vamos, que si les gusta la informática, se animen a empezar con esta carrera.
R: En principio casi se podía suponer que era “lo normal”, dado que siempre me gustaron, cuando era estudiante, las asignaturas “de Ciencias”, y siempre se me dieron bien las Matemáticas, la Física, la Química, el Dibujo, etc.
Además, siempre me ha atrapado la idea de buscar soluciones a problemas, y en cierta medida, creo que eso es una buena parte de cualquier ingeniería: resolver problemas con los que se encuentra la sociedad, por difíciles que parezcan inicialmente.
R: Del mismo modo que he dicho antes que me gustaban las asignaturas “de Ciencias”, también me gustaban las demás. Siempre fui un lector compulsivo. No creo que deban separarse estas disciplinas, pues unas se pueden beneficiar de las otras, en cualquier dirección.
Por ejemplo, entre mis líneas de trabajo e investigación actuales tengo varias en las que la combinación entre unas disciplinas y otras es fundamental: el periodismo de datos, por ejemplo, requiere combinar el buen hacer de los periodistas y los conocimientos técnicos de los informáticos, pero no sólo para que el informático implemente un sistema que usen los periodistas, sino también para transformar parte del modo de trabajo del periodista y ampliarlo con nuevas oportunidades. También colaboro con investigadores en Geografía, Documentación, Servicios Sociales, y Ciencias Sociales en general, en muchos de mis trabajos.
R: Es cierto, y todos los estudios que se están realizando en todo el mundo, no sólo en España, nos indican que se necesitan y necesitarán muchos más trabajadores formados en tecnologías de los que se están formando. La transformación digital de todas las disciplinas está provocando esta situación, y en cierto modo, también me resulta complicado entender esta situación.
Soy consciente de que muchas ingenierías y, en general, las disciplinas con un fuerte componente tecnológico, demandan mucho esfuerzo en la época en la que uno es estudiante (sin desmerecer el esfuerzo que cualquier disciplina requiere, por supuesto), así como durante toda la vida, porque uno debe estar actualizado de manera permanente. Pero si alguien tiene vocación tecnológica, aunque sea sólo un poquito, yo le recomendaría ir por esta vía.
R: Es difícil pensarlo cuando son aún tan pequeños. Ambos tienen menos de diez años… Les diría que estudien aquello para lo cual tienen vocación. De hecho, mis dos hijos son muy diferentes y, de manera bastante clara, intuyo que uno tendrá una vocación más tecnológica/ingenieril y otro una vocación más artística.
Lo que recomendaría es que no se dejen dirigir únicamente, en su decisión, por la dificultad que puedan percibir sobre una disciplina, sea del tipo que sea. Si les gusta una ingeniería, los intentaré animar para que esa sea su elección de estudios universitarios. Pero siempre respetando su decisión y vocación.
R: Como ya se describe en algunas noticias de este año, las habilidades tecnológicas serán clave en, casi, cualquier disciplina. Ya hemos hablado del periodismo de datos, o de los trabajos implementados con profesionales del mundo de las Ciencias Sociales. En todos estos casos, mis colegas o las personas a las que estoy formando y que proceden de ramas humanitarias, denotan la necesidad de estar “equipados” con habilidades técnicas básicas. Esto no quiere decir que los periodistas se tengan que convertir en programadores, por poner un ejemplo, porque no tiene sentido, pero sí que deben conocer bien las oportunidades que les brinda la tecnología para hacer mejor su trabajo.
R: El valor de la Universidad…. es grande. Yo agradezco haber podido estudiar en una universidad pública de calidad, como la Universidad Politécnica de Madrid, con becas anuales que me permitían ocuparme de mis estudios y de seguir una formación continua. También mencioné, y reitero aquí la importancia de los programas oficiales de financiación que, durante el doctorado, me permitieron profundizar en mis conocimientos y conocer cómo se investiga en otros lugares del mundo, como la Universidad de Stanford, en California.
En ambos casos no puedo únicamente hablar de la adquisición de conocimientos sin más. Un buen ingeniero no sólo debe ser capaz de acumular todos los conocimientos que ha aprendido durante su formación, sino también de aplicarlos y superar las dificultades que encuentra en su camino. Debe ser capaz de explorar siempre nuevos caminos para llegar a la solución de los problemas que está afrontando. Al fin y al cabo, los ingenieros debemos encontrar soluciones a problemas, por muy difíciles que estos sean. Como decía Einstein, “No es muy importante que una persona aprenda datos. Para eso, en verdad, no necesita de una universidad. Puede encontrarlos en los libros. El valor de la educación universitaria no reside en el aprendizaje de muchos datos sino en capacitar la mente para que piense de manera que lo haga sobre aquello que no se encuentra en los textos.”
R: La familia debe ocupar siempre un espacio muy importante en nuestro desarrollo, no solo personal, sino también profesional. Por esa razón, en el discurso que pronuncié al recibir el premio en la Real Academia de Ingeniería, mi familia ocupó la parte más importante de los agradecimientos.
En primer lugar mis padres, por el gran esfuerzo que sé que realizaron desde que yo era pequeño para que estudiara, creando en casa el entorno perfecto en el que pudiera vivir sin preocuparme por mucho más que por estudiar. Para mí, poderles ofrecer este premio ha sido quizás una de las mayores satisfacciones de mi vida.
Y en segundo lugar mi mujer, que tanto me ha apoyado durante este camino y que tanto ha sacrificado también por ello, especialmente en los momentos en que tuve que irme a vivir fuera de España o durante los primeros años de vida de nuestros hijos, cuando su dedicación fue plena para ellos.
Fuente: Página web de la UPM.
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